Calderón pisotea la laicidad del Estado mexicano. Discurso inaugural en el Encuentro Mundial de las Familias

Tal pareciera que hemos retrocedido poco más de 150 años en el tiempo. El discurso pronunciado por el Presidente Felipe Calderón en el marco de la inauguración del Encuentro Mundial de las Familias, evento organizado por la Iglesia Católica, dio muestra de ello al referirse al sistema de valores y principios de dicha institución como universales e inamovibles.

El presidente de México ignoró los siglos de lucha y la sangre vertida por cientos de mexicanos que dieron su vida por hacer de este país una nación laica, donde el libre pensamiento, la tolerancia y la pluralidad deberían unos de los principales pilares para el desarrollo de la nación mexicana.

Durante su discurso, el cual inició vanagloriándose de haber sido educado en instituciones católicas, el que se supone que es representante de todos los mexicanos, no solamente de los que profesan determinada religión, enalteció el modelo único de familia promulgado por la jerarquía católica - tal como se hacía durante la época colonial y la primera mitadel siglo XIX cuando la Constitución avalaba al catolicismo como religión de Estado -haciendoa un lado a los diversos modelos familiares que conforman a la sociedad mexicana.

Felipe Calderón saludó a los asistentes dándoles la bienvenida “…a la tierra de Maria Guadalupe y San Juan Diego, también de los mártires de la persecución…” (La Jornada, 15 de enero de 2009), como si México fuese un país solamente de católicos, ignoró con esto a los miembros de cualquier otro tipo de credo o a los que simplemente, por la razón que fuere, no profesan ninguna religión; lució como todo un presidente decimonónico.

Con esto avaló los fundamentalismos religiosos a los que se aferran con tanta vehemencia la jerarquía católica, es decir, la negativa a reconocer el derecho que tienen las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su reproducción, la absurda condena a que las parejas homosexuales manifiesten libremente su amor y que el Estado le otorgue a sus uniones la misma protección como si se tratase de una pareja heterosexual, pero sobre todo desacreditando a aquellas parejas que por diversos motivos se vieron en la necesidad de disolver sus uniones legales, y que por lo tanto sus hogares están conformado sólo por la madre o el padre y los hijos, o familias conformadas por parejas y los hijos que ambos tuvieron en matrimonios anteriores.



No existe un modelo único y universal de familia, el mismo respeto y protección merecen las uniones de personas del mismo sexo que las parejas heterosexuales; una familia conformada por el padre y la madre y los hijos de ambos, no debe considerarse superior ni mejor que las familias unipaternales; tal como pretende la jerarquía católica y el Presidente Calderón.

Sin embargo esto no fue todo, rayando en los extremos de lo absurdo, se atrevió a afirmar que estos son los principales factores de descomposición social en el país, del crecimiento del crimen organizado y cuanto mal pudiese llegar a existir en el país; negando así su propia responsabilidad y la de la clase política en general.

Los divorcios, las uniones homosexuales, la anticoncepción y la despenalización del aborto no son elementos destructivos para la sociedad, tal como afirma la Iglesia Católica y la ultra derecha en el poder, en cambio si lo son las políticas neoliberales que hace varios sexenios vienen implementándose en el país y que han ido recrudeciéndose y han dejado en total abandono a las clases populares;obligando a los miembros de muchas familias a migrar porque en este país han visto agotadas las posibilidades de encontrar una manera digna de vivir y a otros tantos los arrojan a engrosar las filas de la delincuencia, estos son los verdaderos factores de descomposición social.

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